Jesus, Samuel, Amparo y su hermana Cristina Llanos son la antítesis del "músico funcionario", es decir, aquel que vive de la música como podría vivir de currar en Correos o en la jodida Telefónica. Músicos sin compromiso, sin identidad mas allá de la aportada por el marketing, esa -ciencia- cuya mayor virtud es lograr vender lo mediocre. Lo bueno, no me canso de repetirlo, se vende solo.

Ayer las ví en concierto por segunda vez, en un ámbito quizás mas cercano que el anterior, pero de resultado manifiestamente menos eficaz que en un gran escenario, donde Cristina pueda escupir :-))) al respetable y decir que llueve... donde su entrañable hermana mayor termina diciendo -Gracias por querernos tal cual somos... donde Samuel pone el punto casi cómico al lograr tocar el bajo con una lata de cerveza en la mano... con un Jesus al fondo, dentro de esa pintura a lo Munch en el que parece ser la única ancla con la realidad, un padre piadoso con unos hijos díscolos, que se queman, que se consumen, pero... que cojones... como dice Josi de Los Suaves, o matas la música o ella te mata a ti.
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