Hoy os explicaré un método para lograr ejecutar aplicaciones en la nube. Bueno, en realidad no directamente, pero de facto, si.
El sistema es simple, pero tiene ciertas limitaciones. Tendrás que instalar en los equipos que quieras usar Gdrive, Dropbox o cualquier servicio de sincronización de archivos en la nube del estilo. Estas aplicaciones lo que hacen es sincronizar una carpeta (o carpetas) determinadas de tu equipo y cada vez que algún fichero cambia en dicha ubicación, lo suben a la nube. Evidentemente, si cambian en la nube, también se bajan a esa carpeta del disco duro local. Manteniendo por así decirlo una copia exacta entre lo que tienes en local y en la nube.
Sabiendo esto, la cuestión es simple, instalas la aplicación en una subcarpeta de esa carpeta sincronizada y automáticamente, ya tienes una aplicación accesible desde la nube. Es decir, a la que podrás acceder desde otro ordenador desde la otra punta del mundo y tener sincronizados los datos. Evidentemente, debes usar en los equipos que utilices para acceder a esos datos la misma cuenta del servicio de sincronización que utilices y la misma estructura de carpetas en cada equipo local. Este método debe funcionar en modo monopuesto, es decir, no deberás arrancar la aplicación desde dos equipos distintos a la vez, ya que de hacerlo, al subirse los datos más recientes a la nube, si existe una versión previa en el otro equipo, se sincronizará y se producirían evidentes incongruencias de datos.
Es decir, es un método indicado para poder acceder entre equipos remotos entre si, a unos datos, que se mantienen sincronizados en la nube. Tú trabajas en un equipo, cierras la app, llegas al otro equipo, entras en la copia que tengas allí del programa, y supuestamente, los datos que tengas allí (en ese disco duro local) estarían sincronizados con los de la nube, que siguiendo el ejemplo, serían los que acabas de modificar en el equipo anterior. Evidentemente, debes asegurarte de que están sincronizados, de no hacerlo, una vez más se producirían incongruencias de versión de datos. Es decir, es un método a usar con mucha diligencia en la comprobación de si se ha terminado la sincronización de datos, sincronización que según el volumen de datos, puede tardar segundos, minutos o incluso horas, así que, no es un método trasparente del todo, requiere supervisión.
Si la aplicación en cuestión guarda los datos y demás ficheros en distintas ubicaciones de un disco duro, la cosa se complica, no obstante, existen herramientas que permiten convertir una aplicación clásica de escritorio, en portable, es decir, por así decirlo que funcione desde una única carpeta, o desde un pendrive. Hecha una aplicación portable, simplemente debes instalarla en la carpeta sincronizada y listo.
Si no te convence, este método, otro sistema es acceder remotamente usando terminal server, u otro tipo de aplicaciones de escritorio remoto, pero en ese caso, en realidad, los datos se guardarían en el equipo al que accedas. Simplemente te permite trabajar remotamente sobre un equipo y aplicación local.
Un tercer método es una vez hecha la aplicación portable, simplemente arrancarla desde una memoria usb y usarla allí donde necesites utilizarla. Este sistema tiene la desventaja de que puedes perder esa memoria y con ella los datos.
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