Vivimos en un mundo de likes. Un mundo dónde debes posicionarte, si dudas, automáticamente recibes un «es que eres un equidistante»... ya, y tú un tardigrado con alas. Esa necesidad casi vital de clasificar, etiquetar, valorar, definir, etc, no es más que un mecanismo de autodefensa. Una vez se etiqueta una cosa, la angustia y miedo que produce lo desconocido desaparece, dándonos una falsa seguridad, un marco dónde moverse dentro del caos, evitando así el inmovilismo, y si, también, cubrir esa necesidad primaria de pertenencia. En definitiva, se trata de evitar la incertidumbre, de correr con la manada y si has de hacer un quiebro al león, no dudar.
A qué viene esto. Pues a que cuando algo no está chequeado, contrastado, en definitiva "probado", automáticamente entra en la zona gris. Dónde rara vez, se escucha un puede, un quizás, un tal vez o, siquiera un quién sabe. Todo lo contrario, lo taxativo es la norma. En dos palabras, o es; una mierda, o agua bendita.
Bien, dicho esto, hoy os recomendaré las llamadas «cintas kinesiologicas». Cintas que llevan usándose años, pero que en los últimos tiempos, por aquello de que las empezaron a utilizar algunos deportistas de élite, se han puesto de moda, aún no estando avaladas por ningún estudio (serio).
Bien, qué decir de ellas; algunos dicen que curan el cáncer, y otros qué como mucho sirven para marcar a los idiotas de forma inequívoca. Pues bien, yo, que soy de los que no reniega de Dios sin antes leer la Biblia... pues las he probado.
A mi si me han funcionado. No me curaron, ni tampoco lo pretendía (no soy tan iluso), pero si aliviaron el dolor, lo que para ciertas dolencias es determinante, ya que acorta el proceso de curación.
¿Placebo?. Pues yo que sé. Quizás. A mi me funcionó. Si fue la mente la que alivió el dolor, gracias a pegarme un esparadrapo elástico de color a la piel, pues que quieres que te diga, ojalá la pudiese engañar tan fácilmente en otros temas.
No obstante, si uno investiga un poco por Internet, la aplicación de las cintas ha de hacerla un profesional, es decir, un/a tí@ que te cobre por pegarte unas cintas en el sitio exacto, con la tensión adecuada y en la forma precisa. Pero qué coño, si algunos aprenden kunfú o a tocar la guitarra en Youtube, no voy a saber aplicarme unos esparadrapos con pedigrí. Y eso hice. Tecleé la dolencia, seguido de un más y tras él, cintas kinesiológicas, y uno mismo y su pericia.
Aquí queda la recomendación. Que te funciona, pues bien por tí, que no, tranquilo, si se las pone un deportista millonario que paga cantidades indecentes para que le curen las pupitas, no serás tú más imbécil por gastarte siete u ocho euros en probar el invento.
P.D.: Si ves que no te funcionan, tranqui, no es dinero tirado, como esparadrapo, es un invento cojonudo, ideal para pegarse en los talones para evitar rozaduras, etc... y mil veces más económico que las típicas tiritas protectoras. También sirve como cinta americana, pero elástica, lo que, dándole a la neurona, posibilita infinidad de usos.
Dónde comprarlas, pues dónde va a ser, en Amazon. Algunas buenas son estas (las hay que no sirven para nada, ya que no pegan bien y/o ni son elásticas o permiten la transpiración).
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