-¿Qué quieres decir?
-Las cosas; los libros, la música, los «deuvedés», pero si por tener, no tienes ni cuadros, ¡por Dios!
-Ya, entiendo, lo ves todo muy... aséptico intelectualmente hablando.
-Pero qué dices. Me refiero a que aquí no tienes nada, esto está vacío.
-¡Ahhh!, ya caigo. Te refieres a eso, bueno, ya sabes, Steve Jobs tenía una mansión de siete millones de dólares y de mobiliario tan solo un diván Eames para él y una silla Tower para las visitas. Más es menos. Qué dónde está todo, pues en todas partes.
Abriendo cajones (sin permiso) -Pero si no hay nada, esto está vacío... vacío, vacío, este también vacío, ¡ah coño!, aquí tienes una manta, algo es algo.
-Está en todas partes, o mejor dicho, disponible en todas partes.
-Estás vacilón, a ver -mirando al techo- música manifiestate.
Comienza a sonar Moksha de Caspian.
-«¡Mecajoenlaputa!», pero qué coño...
-Todo está en «la nube»; la música, la televisión, los libros, la prensa, las revistas, en fin, todo lo susceptible de convertirse en intangible... incluso los cuadros. Por eso ves esto tan... vacío.
-Los cuadros, ya...los cuadros. Alza las manos y poniendo los ojos en blanco -¡Cuadros... venir a mi!
Y dos marcos oscuros se transmutan en cuadros.
-«¡Cagoendios!»
-Es que, ya sabes, dame un taladro y ríete tú del terrorismo islámico... además, me lo ahorro en alcayatas.
-Y los libros, en una tableta supongo, ¿no?.
-Pues no. En todas partes. A ver, el contenido en la era digital debe estar desligado del continente, del soporte. Es decir, está muy bien que puedas leer un libro que está en la nube, en una tableta, pero lo realmente interesante es que puedas hacerlo en multitud de soportes y en todas partes.
-Ya. Entiendo. Supongo que no tienes una estantería de libros en el baño.
-Me da que no. Leo en cualquier sitio, usando una tableta, un móvil, el ordenador, lo que sea, incluso mientras conduzco o paseo escucho audio libros... en eso estoy cubierto.
-Hay que reconocer que tiene sus ventajas, fácil de limpiar si que se ve, todo tan... sin nada.
-Piensa, para que quieres todas esas cosas que acumulas en casa, para ocupar espacio, ¿para qué?.
-Para tenerlas, para disfrutarlas, para tocarlas, es que, aquí no hay nada.
-Lo mismo pensaba antes, hasta que me di cuenta de que en realidad esas cosas ya no contienen nada. Son meros frascos vacíos, cuerpos sin alma, cadáveres, como mucho, simple decoración «vintage».
-Ya. Entiendo. ¿Tienes café al menos?, ah, espera - alzando la cabeza con la boca desmedidamente abierta y los brazos en alto - ¡Dios, que llueva café!
Se escucha desde la cocina -No disponibilidad. Pedido de café arábico en tránsito. ¿Desea el -Señor y amo del Universo-, una infusión, quizás?
-Es coña,¿no?.
-Ya sabes, es fin de semana, llueve, el drone es rápido pero no tanto, ¿prefieres un té?
-Ya. Pues si, me vale.
-Pues anda, mira al techo y abre la boca...
-Ya. Pues si, me vale.
-Pues anda, mira al techo y abre la boca...
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