Un tipo entra en un bar, se acerca al barman, y dice:
Oiga, barman, tengo una apuesta para usted.
Le apuesto 300 dólares a que puedo mear en ese vaso de ahí sin echar una gota fuera.
El barman mira el vaso, y vamos a suponer que está a unos tres metros largos de él, y dice: Un momento, a ver si lo entiendo...
¿me está diciendo que va a apostarse 300 dólares a que puede mear, desde donde está, hasta ahí abajo, en ese vaso, y no echar ni una gota fuera?
Y el otro le mira y le dice: Eeexacto.
Y el barman dice: Chaval, acepto la apuesta.
Y el tipo: Muy bien, vamos allá, vamos allá....
Se saca el aparato, y mira fijamente el vaso, tío.
Piensa en el vaso, piensa en el vaso, en el vaso, piensa en el vaso, vaso, y piensa en la polla, polla-vaso-polla, polla-vaso-polla, piensa polla, vaso, polla, vaso, polla, vaso y entonces...
¡FUUUHHHMMM! suelta el chorro y... fffffff. se mea por todo el local, tío... fffffff... se mea en la baaarraaa... ffffff... se mea en los tabureeetes, en el sueeelo, en el te- léeeefonoo... fffffff... en el baaarmaaannn... ffffff... se mea en too- das partes, excepto en el jodido vaso, ¿no?.
Bien, pues... el barman se parte el pecho de risa, ¡es 300 dólares más rico!... está... hahaha todo el pis por la cara... hahaha...
y le dice: '¡es usted un jodido idiota, tío! se ha meado en toodas partes meeeenos en el vaso; me debe usted 300 dólares, puta. Y el tipo dice: Disculpe, será sólo un segundito, y se va hacia el fondo del bar, allí hay un par de tipos jugando al billar; va hacia ellos...
vuelve a la barra, y dice: Aquí tiene, señor barman, 300... hhhuhh. Y el barman dice: ¿Por qué coño está tan contento? ¡ha perdido 300 dólares, idiota!'.
Y el tipo dice: ¿Ve a esos tipos de ahí?, acabo de apostarme 500 dólares por cabeza a que podía mearme en su baaaar, mearme en su suelo, mearme en su teléfono y mearme en usteeeed, y que usted no sólo no se cabrearía, sino que además iba a alegrarse.
Desperado de Robert Rodriguez
Dialŏgus (de cine): Un tipo entra en un bar...
Inzitan blog
Debí elegir la pastilla azul...Hace siglos, en Delf, ¿recuerdas?, tú vertías la jarra de leche, en casa de Johannes Vermeer, el pintor, el marido de Catharina Bolnes, hija de la señora María Thins, aquella estirada, que tenía un hijo medio loco. Pues ese, ese era yo...
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