NO TENGO PERRO, PERO MI MUJER MUERDE
y aquel otro mucho mas disuasorio;
NO HAY NADIE EN CASA, ENTRA QUE ALGO TIENE QUE COMER EL PERRO
una realidad divergente
Hace siglos, en Delf, ¿recuerdas?, tú vertías la jarra de leche, en casa de Johannes Vermeer, el pintor, el marido de Catharina Bolnes, hija de la señora María Thins, aquella estirada, que tenía un hijo medio loco. Pues ese, ese era yo...
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