El prefacio perdido (Mi mesa cojea)

0 comentarios
Otra genialidad de mimesacojea;


En 1986 el célebre espeleólogo norteamericano Edmund Frankenheimer encontró en un yacimiento de Israel lo que parecía ser un códice extraordinariamente antiguo. El libro se encontraba muy deteriorado y prácticamente todas sus páginas habían sido devoradas por el tiempo.

Todas salvo una.

La datación por radiocarbono determinó que el documento tenía una antigüedad de entre 1900 y 2000 años.

Aunque el contenido del texto nunca se hizo público, el Vaticano adquirió el códice de inmediato, guardándolo con sumo recelo en lo más profundo de sus archivos. Hoy en día tan sólo tres personas en el mundo tienen acceso a él. Una de ellas es el Sumo Pontífice.

Durante años se rumoreó que Frankenheimer había trascrito el texto del códice antes de entregarlo al Vaticano, pero no fue hasta su muerte la semana pasada que este importante documento histórico pudo por fin ver la luz.

Lo que sigue es la traducción de la única página del códice que el tiempo no destruyó:


PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Querido lector:

Desde que tengo uso de razón me he sentido fascinado por la literatura fantástica. Invertí las más luminosas horas de mi infancia devorando épicos dramas griegos a la sombra del abedul familiar. No había noche en que no soñara con dioses y forzudos, embriagado por aquellas maravillosas aventuras de acción, terror y sacrificio. Y aunque mi formación se centró en otros menesteres, un buen día, hace ahora cuatro años, me vi animado por mi esposa a lanzarme a una laboriosa pero fascinante tarea: crear mi propio relato heroico.

Tomé unos cuantos elementos prestados de aquellos libros de mi niñez, puse algo de mi propia vida e imaginé el resto. Muchas ideas, por supuesto, se las debo a mi gente más cercana. Allá donde iba, a todos les hacía la misma pregunta: ¿qué te gustaría hacer si fueses todopoderoso? Las respuestas fueron tan variadas como divertidas: caminar sobre el agua, me dijo un pescador. Resucitar cadáveres, me dijo una viuda. Convertir el agua en vino, me dijo un borrachín.

Lo que he intentado en la presente obra no es otra cosa que desarrollar un relato emocionante y entretenido al que mi buen amigo Juan cómicamente ha catalogado de “superherócio”. Con esta expresión se refiere, no sin un cierto cinismo, al hecho de que el relato trasciende el relato heroico clásico, trasladando los atributos divinos a un hombre corriente.

Diseñar el origen del héroe no fue tarea sencilla. En un principio valoré la posibilidad de que éste adquiriese sus poderes por la caída de algún tipo de objeto estelar. De hecho, llegué a escribir una primera versión en la que una estrella se descolgaba del cielo e impactaba contra el taller del héroe mientras éste trabajaba. En una épica escena perdida para siempre, las ruinas del taller empezaban a agitarse ante la mirada asombrada del populacho cuando, de entre el humo, emergía una figura que resultaba ser el héroe convertido ya en lo que mi amigo Juan llamaría un “superhéroe”.

Fue mi mujer quien me recomendó optar por un origen menos efectista. Tras muchos planteamientos desechados, me decidí por un origen tipo “deus ex machina”; el héroe sencillamente nacía con poderes. Para evitar el engorro narrativo que implicaba tener a un niño que pudiese caminar por el agua (lo último que quería era escribir un libro de aventuras para críos) se me ocurrió que el personaje no desarrollara sus poderes hasta una edad tardía. Puedo decir con orgullo que este recurso ha sido posteriormente copiado (homenajeado, dicen los plagiadores) hasta el aburrimiento.

Respecto al polémico final de la novela diré que aún recuerdo la durísima crítica que recibí en el Jerusalem Review of Books por la primera edición de esta obra en la que se me acusó de plantear “un final complaciente, pseudomístico y asquerosamente pretencioso” (sic). En mi defensa diré que disiento radicalmente con este crítico, ya que considero que desde el primer momento del relato queda más que clara la naturaleza mágica del personaje protagonista.

Sólo me resta ya desearle una gozosa lectura de ésta, mi primera novela. Espero que perdone mis errores y mi falta de pericia para resolver ciertas situaciones, pero he preferido dejar el texto tal y como se publicó en su primera edición. Disfrute y sufra, querido lector, con las aventuras y desventuras de éste héroe noble y torturado que se llama Jesús.

Sólo le pido una cosa: no se tome nada de esto demasiado en serio.

Mateo

Inzitan blog

Debí elegir la pastilla azul...

Hace siglos, en Delf, ¿recuerdas?, tú vertías la jarra de leche, en casa de Johannes Vermeer, el pintor, el marido de Catharina Bolnes, hija de la señora María Thins, aquella estirada, que tenía un hijo medio loco. Pues ese, ese era yo...

0 comentarios:

Publicar un comentario

=====================================================================================

Comentarios moderados. Si ves que no aparece inmediatamente no lo repitas (posiblemente esté en espera de moderación).
En el caso de que un artículo tenga más de 200 comentarios se mostrará un link "Cargar más" debajo de la caja de comentarios.

++gracias :-)

=====================================================================================

.