Youth (Paolo Sorrentino)

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Ya tengo recomendado alguna que otra película de esta suerte de Haneke italiano, me refiero cómo no, a Paolo Sorrentino, un director con poca producción, pero del que siempre se esperan grandes cosas, tanto que la tenía en reserva, es que si, no me preguntéis, pero cuanto tengo muchas expectativas de algo, normalmente (salvo con la música), casi irremediablemente lo postergo tanto que luego casi se me olvida, y cómo suele pasar con los reservas, si te pasas de rosca, al final acabas con carísimo vino para hacer estofados.

En estas estaba con Youth, allí anclada en mi servidor de películas, esperando el descorche. Pues no me defraudó para nada, sin duda, para mi es su mejor trabajo y, ya juzgada con perspectiva,  muy infravalorada a su estreno (2015). 

Qué aporta Youth, pues ese perfume que solo saben destilar los genios: sutileza. Aquí se plasma con una solvencia pasmosa lo que significa la juventud, pero vista desde la otra cara de la moneda, desde los que ya no la tienen, que no es otra cosa, que el percatarse de que ya no puedes mirar al futuro, solo al pasado y esto es lo trágico del asunto; el pasado es tan irrecuperable como el futuro ineludible. En realidad uno deja de ser joven, cuando mira al frente y solo ve un muro liso, como aquel que con tanto acierto describió Didier Decoin en su célebre Beatriz en el Infierno

Si ya la película es buena, ese cierre, simplemente la pone en ese elenco de las que ya nunca olvidas. Es lo que tiene la música en conjunción con la imagen, que crea impronta en el espectador, no recordarás de que iba Anticristo de Haneke, pero nunca olvidarás esa escena con los protas follando en la ducha mientras su hijo se cae del balcón al ritmo de la Lascia ch'io pianga (G. F. Händel). Pues bien, con Youth te ocurrirá lo mismo, pero con una espléndida Sumi Jo, interpretando Simple Song, y es que, Sorrentino aún teniendo su sello propio, si que se nota que bebe mucho del susodicho, pero bienvenido sea, si el resultado es este.



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