Espera a que ocurra algo

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La observé, allí sentada esperando el metro. Viéndola, intuí, que en realidad no esperaba subirse. Simplemente espera. Observa a la gente pasar, subir y bajar.  A madres tirando de brazos de niños coléricos, a ejecutivos cincuentones de traje negro, corbata y maletín a juego, a jóvenes ejecutivos con ropa casual, corbata y zurrón Pepe Jeans, al músico sincronizando su melodía con los flujos periódicos de monederos andantes, a gente aislada del mundo en su mundo interior, a otros con cascos, con Kidles, con móviles, con cuellos curvos, con codos curvos, cual caballos dando la pata.


Simplemente espera a que ocurra algo. Qué le pase algo. Pero nadie se gira, nadie la mira, nadie la ve, ni siquiera la percibe. Salvo yo.

Entonces, me acerco, le miro a los ojos, y ya no espera a que le ocurra algo.

Inzitan blog

Debí elegir la pastilla azul...

Hace siglos, en Delf, ¿recuerdas?, tú vertías la jarra de leche, en casa de Johannes Vermeer, el pintor, el marido de Catharina Bolnes, hija de la señora María Thins, aquella estirada, que tenía un hijo medio loco. Pues ese, ese era yo...

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