El turco ajedrecista

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Con este título se puede leer en ese fantástico blog que es thesmokesellers una curiosa historia que casi parece intemporal, ya que hoy día, existen muchos turcos ajedrecistas escondidos dentro de sus cortinas de humo, engañando al primo de turno, eso sí, con mucho menos arte....

Fuente: http://www.thesmokesellers.com/?p=1185

A mediados del siglo XVIII el ingeniero húngaro Wolfgang von Kempelen construyó una máquina que jugaba al ajedrez de manera autónoma. No solo eso, dicho mecanismo era capaz de ganar a los mejores jugadores de su tiempo utilizando imaginativas estrategias y un juego de altísimo nivel

El dispositivo era de lo más variopinto, una figura de un turco (gran potencia de la época en constante combate con las naciones europeas) de tamaño natural sentado ante una caja de 120 cm de largo por 80 cm de alto sobre la que estaba colocado un tablero de ajedrez. El torso del turco era articulado y de manera automática hacía los movimientos de las piezas sobre el tablero utilizando sus propios brazos.

El mecanismo se hizo muy famoso en su época, invitado a los círculos de poder la máquina y su creador se codearon con la realeza de la época. Reyes y líderes militares jugaron contra el infiel mecánico, Napoleón Bonaparte, el emperador Jose II o la zarina Catalina II no fueron rivales para el turco. Es muy conocida la derrota del emperador Napoleón, después de su tercera partida perdida este perdió el dominio de sí mismo y barrió de un golpe todas las piezas del tablero. Lo que el general no sabía era que se estaba enfrentando con el famoso campeón austríaco de ajedrez Johann Allgaier.

En efecto y como cabe suponer la máquina escondía dentro a un ser humano encargado de guiar los movimientos del turco sobre el tablero. Aunque quizás hoy día nos parezca increíble como se pudo haber engañado a la gente de esta manera debemos recordar que la magia y el ilusionismo aún tienen cabida en nuestro mundo y que día a día se descubren fraudes que nos escandalizan por lo evidente.

Kempelen antes de cada partida mostraba el interior del cuerpo del ajedrecista, las poleas y engranajes que movían los miembros de la figura. Además abría la caja que hacía de mesa y sacaba a la luz un complicado juego de mecanismos que supuestamente eran los encargados de dotar de pensamiento a la máquina. Como cualquier ilusionista de hoy día que hace aparecer bellas señoritas de un baúl vacío la máquina contaba con un doble fondo en el que se alojaba, no sin una gran incomodidad, el experto en ajedrez que realmente movía las extremidades de la figura.

KempelenDe esta manera el ingeniero Kempelen y su “máquina” cobraron gran notoriedad y amasaron una importante fortuna engañando a un público ávido de lo que los nuevos avances científicos era capaz de darle. Sin duda alguna el señor Kempelen era un experto vendedor de humo que hubiera encajado bien en cualquier puesto ejecutivo de una multinacional hoy en día. Contando con la credulidad innata de la gente y las ganas de ser engañados que muchas veces tenemos una simple caja con un experto en ajedrez escondido dentro se hizo pasar por un asombroso sistema autónomo capaz de derrotar a los más grandes del imperio por aquellos años.

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